“La
Biblia vibra con el constante toque del tambor de la fe: Dios recicla lo malo
para convertirlo en rectitud. Quizás te hayas propuesto leer este libro en
busca de una rápida solución a tus desafíos. «Cómo vencer obstáculos en cinco
pasos fáciles». Lamento desilusionarte. No tengo una solución fácil ni una
varita mágica. Yo he encontrado algo —Alguien— mucho mejor. Dios mismo. Cuando
Dios está en medio de una vida, lo malo llega a ser bueno.
¿No lo
descubrimos en la historia de José? Lamentablemente con contrariedades: rechazo
de la familia, deportación, esclavitud, encarcelamiento. Pero él emergió
triunfante, un héroe de su generación. Entre sus últimas palabras registradas
está este comentario dicho a sus hermanos: «Vosotros pensasteis mal contra mí,
mas Dios lo encaminó a bien» (Génesis 50.20).
Es un
patrón que se repite a través de toda la Escritura: Mal. Dios. Bien.
El mal
vino sobre Job. Tentado. Probado. Con problemas. Pero Dios contraatacó. Habló
verdad. Declaró soberanía. Al final, Job se decidió por Dios. El blanco
principal de Satanás llegó a ser el testigo estrella de Dios. ¿Resultado? Bien.
El mal vino sobre Moisés. Lo convenció de dar
muerte a un egipcio y liberar a un pueblo basado en la ira. Dios contraatacó.
Puso a Moisés a «enfriarse» por cuarenta años. Y al final, Moisés se decidió
por Dios. Liberó a su pueblo como pastor, no como soldado. ¿Resultado? Bien
El mal
vino sobre David: cometió adulterio;
Sobre
Daniel: lo llevaron a una tierra extraña;
Sobre
Nehemías. Las murallas de Jerusalén fueron destruidas.
Pero
Dios contraatacó. Y porque lo hizo,
David
escribió canciones de gracia,
Daniel
gobernó en una tierra extraña, y
Nehemías
reconstruyó las murallas de Jerusalén. Con madera babilónica.
¿Resultado?
Bien.
Y Jesús.
¿Cuántas veces en su vida terrenal lo malo llegó a ser bueno?
El
posadero de Belén les dijo a sus padres que se acomodaran en el establo de los
animales. Malo. Dios entró en el
mundo en el lugar más humilde de la tierra. Eso fue bueno.
En la
fiesta de bodas no había vino. Malo. Los invitados presenciaron el primer
milagro de Jesús. Bueno.
La
tormenta barrió con la fe de los discípulos. Malo. Ver a Jesús caminando sobre
el agua los transformó en adoradores. Bueno. Cinco mil hombres necesitaban
alimento para sus familias. Mal día para ser discípulo. Jesús transformó un
canasto en una panadería. Buen día para ser discípulo.
Con
Jesús, lo malo se transformó en bueno como la noche se torna en día:
regularmente, confiablemente, agradablemente. Y redentoramente.
¿Ves la
cruz en el monte? ¿Puedes oír los martillazos de los soldados? Los enemigos de
Jesús se ríen. Los demonios de Satanás están al acecho. Todo lo malo se frota
las manos con alegría. «Esta vez», murmulla Satanás. «Esta vez ganaré yo»….
…Dios
ve a José en ti. ¡Sí, a ti! Tú estás en el pozo. Tú con tu familia, llenos de
fracasos y frustraciones. Encarcelado en tu propia versión de la cárcel
egipcia. Dios te está hablando.
Tu
familia necesita a un José. Un mensajero de gracia en un día de rabias y
revanchas. Tus descendientes necesitan un José, un enlace robusto en la cadena
de fe. Tu generación necesita un José. Afuera hay hambre. ¿Vas a segar
esperanza y distribuirla al pueblo? ¿Serás un José?
Confía
en Dios. Mejor, realmente confía en él. Te hará salir de esta. ¿Será fácil o
rápido? Espero que sí. Pero sería raro. Dios, sin embargo, hará salir algo
bueno de este enredijo.
Es su
trabajo”.
Extraído
del libro “Saldrás de Esta” por Max Lucado, de la editorial Grupo Nelson.
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